Todos envejecemos, es un hecho indiscutible con el que todos lidiamos día a día. Llega un momento en nuestras vidas, en el que deseamos con todas nuestras fuerzas que el tiempo se detenga. Tenemos miedo a ser un adulto mayor, porque vemos esta etapa como la decadencia de nuestro ser. Pero esto no es del todo cierto.
Cambios permanentes
La tercera edad es considerada la última etapa de nuestras vidas. Etapa a la cual, gracias a los avances tecnológicos y científicos, podemos aspirar a vivir. Como toda fase, esta viene con muchos cambios, traídos principalmente por el envejecimiento. Nuestras capacidades físicas disminuyen con el tiempo, mientras nuestra vulnerabilidad a las enfermedades aumentan. Coordinar nuestro cuerpo a voluntad se vuelve cada vez más un reto y perdemos noción de lo que nos rodea.
De la misma manera, el cerebro también se deteriora. Enfermedades degenerativas como el Alzheimer o el Párkinson son globalmente asociadas con esta etapa. Los adultos mayores muestran predisposición a la tristeza, melancolía y depresión. Emociones que aumentan por el papel que van perdiendo en su entorno cercano debido a su creciente falta de autonomía.
Aun que todo lo dicho anterior mente suene desalentador, cave resaltar que estos son datos generales. Cerca del 10% de la población mundial supera los 60 años de edad, y cada uno lo experimenta de una forma distinta. La vejez se ve influenciada no solo por los cambios físicos del individuo, sino también por su percepción del mismo proceso y su entorno sociocultural, por lo tanto, es un proceso cuyos efectos se pueden modificar.
Un cambio de enfoque
El adulto mayor se encuentra en una situación muy delicada, pues debe de adaptarse rápidamente a los cambios psicológicos, físicos y sociales que se van acelerando a medida que envejece. Deberá aceptar que ya no puede hacer por su cuenta lo que solía hacer hace pocos años, y aceptar la ayuda de quienes lo rodean para tareas que solían ser sencillas. Tendrá que luchar contra los pensamientos de incapacidad e irrelevancia causados por la perdida de su posición social. Pero los ancianos tienen una gran herramienta bajo la manga, sus años de experiencia y su madurez.
Comúnmente se le suele comparar a las personas mayores con los niños. Esto depende principalmente del enfoque que se le quiere dar a esa comparación. Si bien es cierto que ambos necesitan de cuidados y atención constante, hay un factor muy clave a tener en cuenta y es los años de diferencia. Hablamos previamente sobre como los niños son clowns por naturaleza, y de la misma manera los adultos mayores son clowns, pero por madurez. Si, las personas de tercera edad son mucho más clowns que cualquier adulto.
Foto por Andre Ouellet en Unsplash
Si bien se está generalizando un poco, lo cierto es que la edad te vuelve cada vez más consiente de quien eres y a la vez te preocupas menos de lo que piensan los demás de ti. A medida que envejecemos, somos más cocientes de que nuestro tiempo es limitado, y es un sin sentido no expresarnos, hacer y vivir como queramos. A muchos de nosotros nos queda aún mucho camino por recorrer hasta llegar a esta etapa, pero algo es cierto, y es que cada vez son más las personas que llegan a ancianidad. Por lo tanto está en nuestras manos que tengan una vida digna mientras nosotros nos preparamos para envejecer positivamente.
Una vida plena
Lo más importante para asegurar una vida plena al adulto mayor, es que sientan que aún tienen mucho por hacer. Si bien los cambios de la edad les impiden hacer muchas cosas, su misma edad es la que les da el empujón a aventurarse a nuevas experiencias y experimentar cosas que no pudieron o se atrevieron a hacer. Hay que darles un lugar y una razón de ser, que tengan responsabilidades y metas propias. Aun que necesiten mucho cuidado constante, su opinión es importante y debe ser escuchada. De esta forma también nosotros aprenderemos de ellos y sabremos mejor como prepararnos para esta especial etapa de nuestras vidas.