Solo se es niño una vez

Ser niño es una de las etapas de la vida que más apreciamos mientras más viejos somos. La niñez es una etapa única en muchos aspectos y los eventos que acontecen en esta son los que más marcan nuestra vida entera. Por esto mismo es esencial que los padres y las personas en general comprendan su importancia y fragilidad para que los niños de ahora sean grandes personas en el futuro.

Esponjas infinitas

La etapa de la niñez empieza en el nacimiento y culmina alrededor de los 12 y 13 años. En esta fase del crecimiento, la persona aprende lo básico para vivir y formar parte de la sociedad. Por esto los niños tienen una capacidad inigualable para aprender. Los niños son como esponjas, absorben todo lo que pueden de su entorno, pero a diferencia de las esponjas, los niños no tienen un límite para lo que absorben, en este caso, conocimiento. Su talento para aprender es su mayor virtud, pero también los hace muy vulnerables.

Los niños, al aprender de todos los estímulos que lo rodean, son también susceptibles a asimilar los negativos. Estos son muy nocivos para el pequeño, y marcan su vida para siempre. Comportamientos agresivos, indiferencia, malos hábitos alimenticios, etc. Todos son adquiridos y repetidos por el infante. Al madurar, tendrá estos patrones de comportamiento incorporados en su personalidad, y para él o ella será algo completamente normal.

Pero, de todo lo negativo que puede aprender un niño, lo más perjudicial en su desarrollo es que desee madurar rápido. En otras palabras, que quiera quemar etapas.

Adultez express

Es común en los niños querer ser mayores. Pero cuando el niño adapta y modifica su personalidad y comportamientos para el cumplimiento de este objetivo, esto se vuelve un problema. El cual muchas veces es causado por la influencia de las personas mayores de su entorno. El niño adopta este comportamiento para ser aceptado socialmente por quienes lo rodean.

Sentirse como una carga, querer ganar la admiración o respeto de alguien, querer ayudar, etc. Son algunas de las motivaciones que mueven a los niños a acelerar su maduración. Y se presenta de diferentes formas, como el trabajo infantil, juntarse con personas mayores, tener responsabilidades que no son acordes a su edad, etc. Si bien esto podría tomarse como algo positivo, en realidad trae muchas consecuencias en la maduración del infante.

Oportunidades que no volverán

Una maduración acelerada generalmente causa un aprendizaje deteriorado. Esto genera dificultades posteriores al tener bases erróneas en habilidades básicas como la escritura, la comunicación oral o hasta las relaciones interpersonales. Y, para poder solucionarlo, tendrán que re aprender todo de nuevo en su adultez, etapa en la que es mucho más complicado aprender cosas.

También hay que tener en cuenta que cada ser humano tiene una forma y un ritmo diferente para madurar, a la vez que necesidades, cualidades e intereses distintos. No tener esto en cuenta, definitivamente va a mermar su aprendizaje. Además, al querer aprender cosas que no le corresponden a su edad, no tendrá los conocimientos previos necesarios, por lo que tendrá conceptos erróneos de muchas cosas. Conceptos que acarreará a su adultez hasta que sean corregidos.

La niñez es la etapa de nuestra vida en la que poseemos mayor libertad mental. Que un niño encasille su comportamiento apresuradamente a los parámetros y exigencias de la sociedad le causará un gran daño a nivel espiritual y mental. Sentirá arrepentimiento en su adultez por no haber hecho cosas que solo pudo hacer en su niñez. Experiencias que nunca podrá experimentar y oportunidades que no volverán.

Cada etapa de nuestro crecimiento es único e irrepetible y debe ser aprovechada al máximo. Por esto es responsabilidad de los adultos ayudar a los más pequeños a disfrutar su niñez y a aprender a su ritmo. Enseñarles a base de ejemplo cosas positivas que aportaran en el nacimiento de un adulto responsable, que se ame a sí mismo y que inculque sus buenos principios en los demás.

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