Muchas personas piden la paz mundial. Sin embargo, pocas comprenden que el concepto de «paz» es complejo. Factores como el contexto en el que se utilice y la posición de la persona dentro del mismo serán decisivos a la hora de asignarle un significado. ¿Qué tanto se puede profundizar y comprender esta palabra? ¿Qué hay que tener en cuenta al momento de emplearla?
Distintas concepciones de relaciones pacíficas
Se puede empezar con la idea de que la paz es la ausencia de guerra y violencia, a la cual se le considera una concepción «negativa». Esta presta atención a los factores que causan enfrentamientos y considera el cese de los mismos como el momento en que se logra la paz. Sin embargo, muchas veces ignora el resultado de dichos conflictos y los acuerdos a tomar posteriormente.
Este concepto puede complementarse y pasar a ser considerado «positivo». Esto ocurre cuando se anhela la realidad en la que se pueda vivir en armonía, reforzando los valores de amor y solidaridad. Por último, existe una concepción «estructural» que prioriza la igualdad, la no discriminación y justicia. Las personas pueden priorizar las emociones positivas o la lucha a favor de los derechos humanos dependiendo de su posición en las discusiones o conflictos.
Esta explicación está respaldada por una investigación realizada por Oded Adomi Leshem y Eran Halperin. Ellos estudiaron las definiciones de paz que podían dar palestinos e israelíes en tiempos de guerra. Los resultados demostraron que la concepción que se le otorgue dependerá de si el usuario pertenece al grupo favorecido o desfavorecido.
Esto dificulta la resolución del conflicto, pues no llegan a entenderse unos con otros. Los privilegiados buscan la armonía, pero sin abandonar su estatus, y así priorizan un sentimiento positivo. Por otro lado, los menos favorecidos quieren mejorar su situación y dejan las buenas relaciones para después, y esto es debido a que ya han sufrido anteriormente.
La verdadera paz
Luego de la explicación anterior, podemos entender que estar en paz implica tolerar, escuchar, comprender y respetar a los demás. Además, es importante estar en paz con uno mismo, pues de lo contrario estarás en guerra con todos constantemente. Esto significa que ambas partes deben estar en calma a la hora de hacer las paces para poder llegar a un acuerdo más fácilmente.
Esto da como resultado la «cultura de la paz», un conjunto de valores y actitudes basados en el respeto a la vida y los derechos humanos. Estos deben estar presentes de manera cotidiana para poder vivir en un entorno pacífico y libre de violencia.
Como una vez dijo Mahatma Gandhi, no existe un camino para la paz, sino que esta es el camino que todos debemos seguir. Nosotros somos los que debemos fomentarla en nuestro día a día. Solo así estaremos contribuyendo a la creación de un mundo en el que nadie sea discriminado, todos reciban las mismas oportunidades y no exista la violencia, pues las diferencias siempre serán resueltas por medio del diálogo y la empatía. Muchos podemos desear la paz, pero el siguiente paso es esforzarse para alcanzarla.
¿Cómo lidias con tus problemas en tu vida cotidiana? ¿Estás contribuyendo a la cultura de la paz o tienes problemas para controlar tus emociones? Cuéntanos en los comentarios si necesitas consejos o ayuda, nosotros estaremos dispuestos a ayudarte para que todos podamos disfrutar de un mundo pacífico.